Proceso de Proyección Familiar
El proceso de proyección familiar describe la principal manera en que los padres transmiten sus problemas emocionales a un hijo. El proceso de proyección puede perjudicar el funcionamiento de uno o más hijos e incrementar su vulnerabilidad a síntomas clínicos. Los hijos heredan muchos tipos de problemas (también fortalezas) a través de la relación con sus padres, pero los problemas heredados que afectan en mayor medida sus vidas son las sensibilidades ante las relaciones interpersonales. Por ejemplo, una gran necesidades de atención y aprobación; la dificultad para lidiar con las expectativas; la tendencia a culparse a sí mismo o a otros; el sentirse responsable por la felicidad de los demás o sentir que los demás son responsables de su propia felicidad; o el actuar impulsivamente para liberar la ansiedad del momento en lugar de tolerarla y actuar con cordura. Si el proceso de proyección es suficientemente intenso, el hijo desarrollará mayor sensibilidades a las relaciones que sus padres. Las sensibilidades incrementan la vulnerabilidad de la persona a desarrollar síntomas, ya que tal sensibilidad promueven comportamientos que elevan la ansiedad crónica en un sistema relacional.
El proceso de proyección tiene tres pasos:
(1) el padre/madre se enfoca en un hijo por temor a que algo esté mal con el hijo;
(2) el padre/madre interpreta el comportamiento del hijo como confirmación del temor;
(3) el padre/madre trata al hijo como si verdaderamente hubiera algo mal con él/ella.
Los pasos de analizar, diagnosticar y tratar al niño, comienzan a una edad temprana y continúan a lo largo de los años de crecimiento. Los temores y percepciones del padre/madre afectan tánto el desarrollo y el comportamiento del hijo, que el niño o niña los termina incorporando. Una razón por la cual el proceso de proyección se desarrolla como una profecía autocumplida, es que los padres intentan “arreglar” el problema que le han diagnosticado al hijo; por ejemplo, si los padres perciben que su hijo tiene baja autoestima, lo reafirman constantemente, y la autoestima del hijo crece dependiente de la afirmación de ellos.
A menudo los padres sienten que no le han dado suficiente amor, atención o apoyo a un hijo que manifiesta problemas, pero han invertido más tiempo, energía y preocupación en este hijo que en sus hermanos. Los hermanos que están menos involucrados en el proceso de proyección familiar tienen una relación más madura y más basada en la realidad con sus padres, lo que fomenta que se desarrollen como personas menos necesitadas, menos reactivas, y más orientadas a los resultados.
Ambos padres participan igualmente en el proceso de proyección familiar, pero en distintas maneras. La madre generalmente es la persona que pasa más tiempo al cuidado de los hijos, y es más !17 susceptible que el padre a sobreinvolucrarse emocionalmente con uno o más de los hijos. El padre ocupa típicamente la posición de externo en el triángulo parental, excepto durante los períodos de aumento de la tensión en la relación madre-hijo. Ambos padres se sienten inseguros consigo mismos en relación al hijo, pero normalmente uno de los padres actúa con seguridad y el otro le sigue. La intensidad del proceso de proyección no está relacionada a la cantidad de tiempo que los padres pasan con un hijo.
Ejemplo
El caso de Miguel, Marta y Amy ilustra el proceso de proyección familiar. La ansiedad de Marta hacia Amy comenzó antes de que Amy naciera. Marta temía transferirle a su hija las incompetencias que ella misma había sentido desde niña. Esta era una razón por la cual Marta tenía sentimientos contradictorios acerca de ser madre. Como muchos padres, Marta sentía que la tarea más importante de una madre era hacer a un hijo sentirse amado. Con el afán de demostrar amor, era sumamente sensible a los deseos de atención de Amy. Si Amy parecía estar aburrida e irritable, Marta estaba ahí con alguna idea o plan. Creía que la confianza e independencia que pudiera desarrollar un hijo radicaba en que el hijo se sintiera seguro de sí mismo. Marta no se daba cuenta de lo sensible que era ella ante cualquier señal de enojo o preocupación de Amy, y de lo rápido que actuaba para arreglar el problema.
Marta amaba profundamente a Amy. Ella y Amy a menudo parecían ser una sola persona por la forma en que estaban en sintonía la una con la otra. Desde muy pequeña, Amy era tan sensible a los estados de ánimo y las necesidades de su madre como lo era Marta a los estados de ánimo y necesidades de Amy.
Análisis: El que Marta se involucrara excesivamente, programó en Amy un deseo por recibir mucha atención de su madre, así como una gran sensibilidad al estado emocional de ella. Ambas, madre e hija, actuaban para fortalecer la intensa conexión entre ellas.
En cierto punto durante el desarrollo de su relación, Marta comenzó a sentirse irritada por lo que ella consideraba la “insaciable necesidad de atención” de Amy. Marta intentaba distanciarse de las necesidades excesivas de Amy, pero no lo lograba con éxito porque Amy encontraba maneras de involucrarla de nuevo. Marta fluctuaba entre rogar y halagar a Amy, y estar enojada y ser directiva con ella. Eso parecía fusionarlas aún con más fuerza. En esos momentos, Marta buscaba el apoyo de Miguel. A pesar de llamar “insaciable” a la necesidad de atención de Amy, Marta sentía que la niña en realidad necesitaba más de su tiempo, y se culpaba a sí misma por no ser capaz de darle lo suficiente. Quería que Miguel le ayudara con esa tarea. Marta se estresaba si Amy parecía estar enojada con ella. Los enojos de Amy despertaban en Marta sentimientos de culpa y temor de que ya no fueran compañeras cercanas. Quería calmarla y sentirse cercana a ella.
Análisis: Marta culpa a Amy por las exigencias que le hace, pero al mismo tiempo siente que le está fallando. Marta intenta “arreglar” el problema de Amy haciendo más de lo que ya ha estado haciendo, y le pide ayuda a Miguel para ello. Marta está satisfaciendo muchas de sus propias necesidades de cercanía emocional y compañerismo con Amy, y por ende se siente muy agobiada si Amy parece estar infeliz con ella. La distancia marital acentúa la necesidad de Marta por Amy.
El segundo embarazo de Marta transformó una situación razonablemente manejable en una situación inmanejable. El dilema de satisfacer las necesidades de ambas hijas le parecía imposible. Sentía que Amy comenzaba a dar señales de “heredar” sus inseguridades. ¿Cómo le había fallado?
Cuando llegó la hora de que Amy comenzara la escuela, Marta tenía largas conversaciones con la maestra de preescolar para planear la transición. Si Amy se resistía a ir a la escuela, Marta se atemorizaría, enojaría, exasperaría y sentiría culpable. La maestra de preescolar pensaba que ella entendía a los niños como Amy, y se interesó mucho en ella. Amy estuvo brillante, prosperó con la atención de la maestra, y le fue muy bien en la escuela. Marta no tuvo ninguno de estos temores cuando Marie comenzó la escuela y, como era de esperarse, no tuvo ninguno problemas de adaptación. Marie no parecía necesitar tanta atención de la maestra; ella sólo se concentraba en lo que pare ella era interesante.
Conforme fue avanzando Amy en la primaria, su adaptación a la escuela parecía depender en gran medida de la maestra que tuviera durante ese año en particular. Si la maestra aparentaba mucho interés en ella, le iba muy bien, pero si la maestra la trataba como una más del grupo, perdía el interés en su trabajo. Marta se enfocaba en asegurarse de que Amy tuviera la maestra “apropiada” siempre que fuera posible. El desempeño de Marie no dependía de ninguna maestra en particular.
Análisis: La dificultad de Marta para tener un self con sus hijas se refleja al sentirse excesivamente responsable por la felicidad de ambas niñas. Esto le hace muy difícil interactuar cómodamente con dos hijas. Amy transfiere la intensidad de la relación que tiene con su madre hacia sus maestras. Cuando una maestra la hace especial, el desempeño de Amy es muy bueno, pero sin ese tipo de relación, el desempeño de Amy es menos bueno. Marie esta menos involucrada con su madre y, consecuentemente, su desempeño es menos dependiente de las relaciones en la escuela y en el hogar.
Si Amy se quejaba de la forma en que la trataban los otros niños en la escuela, Marta y Miguel hablaban con ella para que no fuera tan sensible, le decían que a ella no debía importarle tanto lo que los demás pensaran. Si Amy tenía alguna amiga especial, ella era extremadamente sensible a que esa amiga le prestara atención a otra niña. Marta sermoneaba a Amy sobre ser menos sensible, pero al mismo tiempo planeaba salidas y fiestas diseñadas para ayudarle a Amy con sus amistades. Miguel criticaba a Marta por esto, diciendo que Amy debería de resolver estos problemas por sí misma, pero básicamente seguía a Marta en todos sus frenéticos esfuerzos.
Análisis: Las palabras de los padres no corresponden a sus acciones. Sermonean a Amy sobre ser menos sensible, pero los frecuentes sermones contradicen sus propias ansiedades acerca de esos temas, y sus dudas acerca de la habilidad de Amy para lidiar con sus dificultades. La sensibilidad de Amy a estar en la posición de externa en un triángulo con sus amigas refleja su programación para tales sensibilidades en las relaciones en el triángulo parental.
Marta y Amy tenían disturbios en su relación durante los años de primaria de Amy, pero las cosas empeoraron en la secundaria. Amy comenzó a tener problemas académicos y se quejaba de sentirse perdida en una escuela más grande. A Marta le parecía que ella estaba infeliz. Le habló a Miguel y al pediatra acerca de conseguirle terapia a Amy. Contrataron tutores para Amy en dos de sus materias, a pesar de que sabían que parte del problema era que Amy no trabajaba mucho en ellas. Cuando las calificaciones de Amy no mejoraron, Miguel la criticó por no aprovechar la ayuda que le estaban dando y por no apreciarlos como padres. Marta regañó a Miguel por ser tan duro con Amy, pero internamente la criticaba aún más que Miguel. Ella había trabajado duro para prevenir precisamente estos problemas en Amy. ¿Cómo Amy podía decepcionarla tanto? Durante los veranos, cuando no había presiones académicas, Marta y Amy se llevaban mucho mejor.
Análisis: Comúnmente los padres critican mucho al hijo con el cual han estado excesivamente involucrados si disminuye su rendimiento. Buscan que el niño reciba terapia o tenga tutores en lugar de pensar en los cambios que ellos mismos tienen que hacer. La medicina, la psiquiatría y la sociedad en general refuerzan el enfoque sobre el niño al definir el problema como parte del niño, y con frecuencia implicando que los padres no son lo suficientemente atentos y cuidadosos.
Los grandes cambios ocurrieron cuando Amy comenzó la universidad. Marta sentía que Amy le contaba cada vez menos de lo que sucedía en su vida y que estaba más sombría y distante. También tenía un nuevo grupo de amigas que le parecían menos deseables a Marta, y había descubierto a los chicos. Marta y Amy entraban en conflicto con más frecuencia. Amy se sentía controlada por sus padres, sentía que no le daban la libertad suficiente para tomar sus propias decisiones, escoger a sus propias amigas. Se resentía por las intrusiones obvias de su madre en su cuarto cuando ella no estaba. Comenzó a mentirle a su madre en un esfuerzo por evadir sus reglas. Marta ya no bebía, pero le preocupaba que Amy estuviera usando drogas y alcohol. Enfrentó a Amy acerca de esto, pero sus enfrentamientos fueron recibidos con negativas.
Cuando Marta se sentía particularmente abrumada por la situación, Miguel intervenía e intentaba poner orden con Amy. Acusaba a Amy de no apreciar todo lo que habían hecho por ella y de intentar hacerles daño deliberadamente. Quería saber “por qué” ella les desobedecía. Amy se ponía “contestona” con su padre en estas discusiones, y en ese momento intervenía Marta. Amy se mantenía lejos de la casa con más frecuencia, les hablaba cada vez menos a sus padres, y se involucró con un grupo bastante rebelde. Comenzó a actuar tal como sus padres temían, pero no se sentía particularmente bien consigo misma ni con lo que estaba haciendo. Se sentía muy apartada de sus padres. Los padres ponían bastante atención a las bajas calificaciones de Amy, y trataban de corregirla con sermones y castigos, pero Amy evadía con facilidad estos esfuerzos por controlarla y cambiarla.
Análisis: Mientras más intenso ha sido el proceso de proyección familiar, más intensa la rebelión adolescente. Los padres normalmente atribuyen la rebelión a la adolescencia, pero la reactividad de los padres hacia el hijo aumenta tanto la rebelión como la reactividad del hijo. Cuando los padres exigen saber “por qué” Amy se comporta como lo hace, ponen el problema en Amy. Similarmente, los padres con frecuencia culpan a la influencia del círculo de amigos, cosa que también coloca el problema fuera de ellos mismos. Los amigos son una influencia importante, pero la vulnerabilidad de un hijo a la presión de los amigos está relacionada a la intensidad del proceso familiar. El proceso familiar intenso cierra la comunicación y aísla a Amy de la familia. Esta es la razón por la cual un hijo que está intensamente conectado a sus padres puede sentirse distanciado de ellos. Los hermanos que están menos involucrados en el problema familiar navegan en su adolescencia con más facilidad.
Miguel y Marta criticaban cada vez más a Amy, pero también se aferraban a cualquier señal que indicara que ella estaba mejorando. Le dieron su propio teléfono, le compraron la ropa que ella “tenía que tener”, y le regalaron un automóvil para su decimosexto cumpleaños. Muchas de estas cosas se hicieron con el afán de hacer a Amy sentirse especial e importante, con la esperanza de que eso la motivara a comportarse mejor. Durante toda la confusión que envolvía a Amy, Marie no presentaba muchos problemas.
Análisis: La permisividad de los padres es tan importante en el perpetuar los problemas en Amy como lo es el criticarla constantemente. Como adolescente, Amy es tan crítica de sus padres como lo son ellos de ella. Marie es una persona más madura que Amy, pero no está libre del problema familiar; por ejemplo, se pone del lado de sus padres al culpar a Amy por la turbulencia en la familia.